Hoy, 27 de enero, se cumplen 73 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, por las tropas soviéticas. Cuando entraron los rusos encontraron que los nazis habían destruido las instalaciones que servían para exterminar a sus víctimas, pero pudieron comprobar por los cadáveres que hallaron y por los supervivientes enfermos el horror que se había vivido en aquel lugar.
En la primavera de 1940 los nazis crearon en la localidad polaca de Oswiecim,- nombre que cambiaron por el de Auschwitz-, un campo de concentración al que llevaron presos políticos polacos. A mediados de 1941 se empezó a llevar presos de otras nacionalidades: prisioneros de guerra rusos, yugoslavos, checos. Pero fue en 1942 cuando empezó a desempeñar de forma simultánea otra función: un centro de exterminio masivo e inmediato de los judíos europeos.
Cuando los judíos llegaban en los trenes a Auschwitz eran, a pie de tren, seleccionados eligiendo a los que pudieran trabajar y a los otros, considerados inútiles, eran llevados directamente a la cámara de gas donde se les asesinaba. Para evitar el pánico los soldados de las SS engañaban a las víctimas prometiéndoles un baño para luego reunirse con sus familias, por lo que marchaban hacia la cámara de gas tranquilos y sin miedo.
A los judíos muertos en las cámaras de gas inmediatamente después de su llegada al campo no se les ponía números ni se anotaban sus nombres en el registro general del campo, por lo que es muy difícil determinar con precisión el número de víctimas. Se calcula basándose en alguna documentación encontrada que los nazis llevaron a Auschwitz por lo menos a 1.100.000 de judíos, siendo los grupos más numerosos los húngaros, más de 400.000 y los polacos, unos 300.000
Desde 1940 hasta enero de 1945 Auschwitz funcionó también como campo de concentración. De modo distinto al de las víctimas del exterminio inmediato en las cámaras de gas, a los reclusos se les anotaba sus nombres en los documentos del campo. En total, los SS inscribieron y marcaron con números a más de 400.000 personas. De ellas unos 200.000 eran judíos que habían sido declarados aptos para el trabajo; los prisioneros polacos fueron unos 140.000; los gitanos unos 21.000; los prisioneros de guerra rusos unos 12.000 y el resto fueron prisioneros de otras nacionalidades. Entre los reclusos registrados en el campo había criminales, sacerdotes, antisociales, homosexuales... aunque no siempre correspondía a la verdad.
Zalmen Gradowski prisionero judío en Auschwitz escribió en su manuscrito:"Allí no hay espacio para la vida. Es una residencia de la muerte".
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