-Este filete está crudo.¡Es que no sabes que me gusta muy hecho!
-Lo pondré otra vez en la plancha.
-Ahora lo has pasado. Está demasiado hecho.¡Cada vez cocinas peor!
-¡Es que piensas salir así a la calle!
-¿...?
-Con ese vestido no quiero que salgas.
-¿Qué le pasa al vestido? Lo tengo del año pasado.
-Pues eso.¡Que te está estrecho! Que has engordado y pareces una vaca. Cada día estás más gorda y si sales así todo el mundo te va a mirar.
-¿Dónde vas?
-A la peluquería.
-Tienes el pelo bien, no vayas.
-¡Sí! Me hace falta.¡Llevo un año sin ir!
-A mí no me levantes la voz.
-Me voy.
-¿Qué has dicho?
-¡¡¡Qué me voy a la peluquería!!!
Y agarrándola por el pelo la estampó contra la pared. Luego dijo:
-Irás cuando yo te lo diga.
-Me duele mucho el pecho y el brazo. ¿Qué haces ahí de pie? ¡Llama al médico!
-¡...!
-No puedo respirar, ¡llama a la ambulancia!
Ella, inmóvil, contemplaba como su marido abandonaba este mundo. Luego, cuando todo terminó, tomó el teléfono y marcó el 112.
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