Si cada amanecer llevara unido el rebrotar de la solidaridad de los pueblos ricos con los más pobres.
Si en un amanecer apareciera la igualdad de todos ante la ley y no para los ricos que puedan pagar.
Si al amanecer se fueran la usura legalizada de los bancos y los sueldos y jubilaciones de escándalo de sus directivos.
Si en el amanecer desapareciera la corrupción de aquellos que están en el poder y no sirven al pueblo, que los eligió, sino a sus intereses particulares.
Y si en un amanecer ocurriera el milagro de que el poder económico que gobierna el mundo,-en realidad unos pocos individuos que jamás podrán gastarse su inmensa fortuna aunque vivieran mil años-, se preocupara por el bienestar de los otros seres, cientos de millones.
Si esto ocurriera, la Tierra no sería la tierra sino el cielo: el Paraíso.
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