El Club de los Poetas Muertos es una novela de la escritora estadounidense Nancy H. Kleinbaun y una película del mismo título del director australiano Peter Weir, cuyo argumento se desarrolla en 1959 en un colegio privado estadounidense. La obra tiene un trasfondo ideológico y político mayor del que a primera vista parece.
El severo, elitista y tradicional colegio Welton basa la clave del éxito en los cuatro pilares de la institución: Tradición, disciplina, honor y excelencia. Y así han estado preparando a sus alumnos durante cien años. Pero surge el conflicto cuando llega un nuevo profesor con un método de enseñanza distinto; y entonces se enfrentan dos formas de pensar opuestas: Una, abierta a lo nuevo; y la otra sometida a los esquemas del pasado.
El Club de los Poetas Muertos tanto en su versión literaria como cinematográfica nos hacen reflexionar sobre la importancia de la educación para el desarrollo del individuo y su posterior inserción en la sociedad. No es igual una educación en la que se enseñe a pensar por sí mismo, a tener juicio crítico y a dar prioridad a la imaginación y la creatividad que otro tipo de educación tradicional que perpetúa una vida conformista y rutinaria.
Una de las lecciones que el profesor John Keating enseña a sus alumnos es a no conformarse con lo ordinario. La conformidad es la dificultad de mantener las propias convicciones ante los demás. Todos necesitamos ser aceptados pero nuestras convicciones son únicas y nos pertenecen; a pesar de que a otros puedan parecerles raras o inaceptables y, aunque toda la manada diga "no está bien".
Además la resignación y el conformismo solo conducen a la desesperación. El poeta Thoreau decía que la mayoría de los hombres viven en desesperación silenciosa, y el citado profesor anima a sus alumnos a que se liberen y se atrevan a ir lejos y encontrar nuevas tierras.
El final de la novela y de la película es dramático, aunque un pequeño triunfo de la novedosa metodología del profesor planea sobre los férreos principios del colegio Welton: unos pocos alumnos serán "dueños de sí mismos y de sus destinos".
La película obtuvo un Óscar en 1990 por el guión y el César a la mejor película extranjera. Dirigida por Peter Weir y protagonizada por Robin Williams.
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