domingo, 11 de marzo de 2018

Aproximación a la vida de Verónica Franco


                               Retrato de Verónica Franco realizado por Tintoretto en 1575


      Verónica Franco nació en Venecia en 1546 recibiendo igual educación que su hermano, algo insólito en la época. A los 16 años la casaron con un médico rico, matrimonio que fue para ella una auténtica pesadilla, pero su madre la ayudó a separarse de su borracho y pendenciero marido. Por consejo de ésta cuando tenía 20 años se hizo cortesana honesta llegando a ser la más famosa de toda la ciudad, conociendo a los hombres más importantes y con más poder lo que le permitió acceder a reuniones vetadas par la mayoría de las mujeres.

      Tuvo  amistad con Domenico Venier que fue su protector y gracias a él pudo publicar en 1575 sus poemas con el título de Terze rime; en este libro critica las normas por las que se hallaba sometida la mujer en aquellos tiempos. En 1580 publicó Lettere familiari a diversi.



      Sus versos, escritos en un lenguaje altamente erótico, dejan traslucir una fuerte preocupación por las mujeres desvalidas en una sociedad donde reina la desigualdad entre hombres y mujeres.

      Verónica Franco fue una mujer inteligente, fuerte, muy bien preparada que fue atacada con saña sobre todo por uno de sus enemigos, Maffeo Venier, a quien ella había rechazado. Él, sintiéndose humillado, hizo circular por toda Venecia escritos en los que se la criticaba, pero ella supo defenderse con sus propios poemas:

    ¡Pobre sexo de tan mala fortuna,
siempre en peligro pues siempre está
sometido y carente de libertad!


    Durante la epidemia de peste que asoló Venecia, Verónica Franco abandonó la ciudad y perdió gran parte de su riqueza porque los saqueadores expoliaron  su casa en su ausencia. Cuando regresó, en 1577, fue acusada por la Inquisición de brujería por hechizar a los hombres, de ser poco religiosa por descuidar los sacramentos y comer carne en días prohibidos... y así una lista extensa y variada de acusaciones.


      Gracias a sus amistades pudo conseguir que no la condenasen aunque su vida ya no fue igual porque perdió sus bienes y su protector, Domenico Venier, murió. De sus últimos años poco se sabe: permaneció en su casa con sus hijos hasta el final de su vida en 1591 a los 45 años, cuando ya el humanismo y las cortigiane oneste llegaban a su fin porque una ola de fanatismo religioso, producto de la Contrarreforma, inundaba a los países católicos y encerraba a las mujeres todavía con más intensidad.



      Verónica Franco reflexionó sobre la situación de las prostitutas: amadas en la juventud, repudiadas en la vejez y luchó porque el gobierno de la Serenísima República de Venecia fundara una casa de retiro donde pudieran estar aquellas mujeres, -había un censo oficial de prostitutas-, que por voluntad o por necesidad (mayores, enfermas) dejaran el oficio. Parece ser que no lo consiguió.


      Fue una mujer que creía que la educación ayudaría a las mujeres a ser libres e independientes, que gozó de una libertad que la mayoría de las mujeres de la época tan solo podían soñar, porque negadas de todo acceso a la cultura y consideradas como seres inferiores eran destinadas al matrimonio y la maternidad, mujeres que eran una posesión de sus maridos. Al menos en aquellos tiempos las cortesanas honestas eran más libres ya que decidían con quien compartir su tiempo y su cuerpo.

      "Condenadas a comer con boca ajena, dormir con ojos ajenos y moverse según los deseos ajenos".

         "Cuando nosotras también estemos armadas y entrenadas, podremos convencer a los hombres que tenemos las manos, los pies y un corazón como los suyos..."
      

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