Retrato de Verónica Franco realizado por Tintoretto en 1575
Verónica Franco nació en Venecia en 1546 recibiendo igual educación que su hermano, algo insólito en la época. A los 16 años la casaron con un médico rico, matrimonio que fue para ella una auténtica pesadilla, pero su madre la ayudó a separarse de su borracho y pendenciero marido. Por consejo de ésta cuando tenía 20 años se hizo cortesana honesta llegando a ser la más famosa de toda la ciudad, conociendo a los hombres más importantes y con más poder lo que le permitió acceder a reuniones vetadas par la mayoría de las mujeres.
Tuvo amistad con Domenico Venier que fue su protector y gracias a él pudo publicar en 1575 sus poemas con el título de Terze rime; en este libro critica las normas por las que se hallaba sometida la mujer en aquellos tiempos. En 1580 publicó Lettere familiari a diversi.
Sus versos, escritos en un lenguaje altamente erótico, dejan traslucir una fuerte preocupación por las mujeres desvalidas en una sociedad donde reina la desigualdad entre hombres y mujeres.
Verónica Franco fue una mujer inteligente, fuerte, muy bien preparada que fue atacada con saña sobre todo por uno de sus enemigos, Maffeo Venier, a quien ella había rechazado. Él, sintiéndose humillado, hizo circular por toda Venecia escritos en los que se la criticaba, pero ella supo defenderse con sus propios poemas:
¡Pobre sexo de tan mala fortuna,
siempre en peligro pues siempre está
sometido y carente de libertad!
Durante la epidemia de peste que asoló Venecia, Verónica Franco abandonó la ciudad y perdió gran parte de su riqueza porque los saqueadores expoliaron su casa en su ausencia. Cuando regresó, en 1577, fue acusada por la Inquisición de brujería por hechizar a los hombres, de ser poco religiosa por descuidar los sacramentos y comer carne en días prohibidos... y así una lista extensa y variada de acusaciones.
Gracias a sus amistades pudo conseguir que no la condenasen aunque su vida ya no fue igual porque perdió sus bienes y su protector, Domenico Venier, murió. De sus últimos años poco se sabe: permaneció en su casa con sus hijos hasta el final de su vida en 1591 a los 45 años, cuando ya el humanismo y las cortigiane oneste llegaban a su fin porque una ola de fanatismo religioso, producto de la Contrarreforma, inundaba a los países católicos y encerraba a las mujeres todavía con más intensidad.
Verónica Franco reflexionó sobre la situación de las prostitutas: amadas en la juventud, repudiadas en la vejez y luchó porque el gobierno de la Serenísima República de Venecia fundara una casa de retiro donde pudieran estar aquellas mujeres, -había un censo oficial de prostitutas-, que por voluntad o por necesidad (mayores, enfermas) dejaran el oficio. Parece ser que no lo consiguió.
Fue una mujer que creía que la educación ayudaría a las mujeres a ser libres e independientes, que gozó de una libertad que la mayoría de las mujeres de la época tan solo podían soñar, porque negadas de todo acceso a la cultura y consideradas como seres inferiores eran destinadas al matrimonio y la maternidad, mujeres que eran una posesión de sus maridos. Al menos en aquellos tiempos las cortesanas honestas eran más libres ya que decidían con quien compartir su tiempo y su cuerpo.
Fue una mujer que creía que la educación ayudaría a las mujeres a ser libres e independientes, que gozó de una libertad que la mayoría de las mujeres de la época tan solo podían soñar, porque negadas de todo acceso a la cultura y consideradas como seres inferiores eran destinadas al matrimonio y la maternidad, mujeres que eran una posesión de sus maridos. Al menos en aquellos tiempos las cortesanas honestas eran más libres ya que decidían con quien compartir su tiempo y su cuerpo.
"Condenadas a comer con boca ajena, dormir con ojos ajenos y moverse según los deseos ajenos".
"Cuando nosotras también estemos armadas y entrenadas, podremos convencer a los hombres que tenemos las manos, los pies y un corazón como los suyos..."
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