Se calcula que unos quince millones de africanos fueron llevados a América como esclavos entre los siglos XVI y XIX. La mayor parte fueron al Caribe y Brasil, lugares donde la esperanza de vida era corta. De todos ellos se cree que unos 645.000 llegaron a los EE.UU.
Los primeros negros llegaron en 1619 a Jamestown, en Virginia, eran 20 y fueron llevados por comerciantes holandeses que se habían apoderado de un barco español de esclavos.
En 1860 la población esclava en los EE.UU. había crecido hasta los cuatro millones debido no solo a las violaciones de las esclavas negras realizadas por sus amos, sino también a que existía la obligación de procrear entre esclavos impuesta por sus dueños, ya que tenían la idea de que una mujer fuerte con un hombre fuerte tendrían a un niño negro fuerte, un nuevo esclavo por el que no tendrían que pagar al comprarlo y podrían venderlo o utilizarlo.
El trabajo de los esclavos contribuyó principalmente a la acumulación de riqueza en los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX, sobre todo en los estados del Sur ya que para los amos de las plantaciones, dueños también de los esclavos, los negros eran una mano de obra barata puesto que solo tenían que alimentarlos y vestirles ya que no les pagaban ningún tipo de salario. En estos territorios sureños el 90% de las personas de raza negra vivían aquí.
La esclavitud dejó de existir en todos los estados que componían la nación estadounidense al final de la guerra civil, la Guerra de Secesión, en 1865.
Aunque abolida la esclavitud los negros no gozaron de los mismos derechos que los blancos sino que sufrieron una segregación racial con toda clase de injusticias, humillaciones, vejaciones... que se prolongó hasta que en los años sesenta del siglo XX comenzó un movimiento por la igualdad en los derechos civiles liderados por Martin Luther King. En 1964 se firmó la Ley de Derechos Civiles.
Según un estudio entre 1830 y 1950 se lincharon a unos 4.000 negros en los EE.UU. Muchas veces era un espectáculo público con numerosos asistentes.
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