Y después de ese breve recorrido por los Reales Sitios, es decir, por los espléndidos y suntuosos palacios en los que vivieron y viven los reyes de España y su familia, enclavados en unos lugares privilegiados de la naturaleza, entre maravillosos jardines, extensos bosques y lugares de caza, pocos comentarios se pueden hacer sino los de: gracias a las ideas que aparecieron en el siglo XIX que terminaron con el poder absoluto de los monarcas convirtiéndolos en reyes que tuvieron que aceptar una Constitución; gracias al siglo XX en el que la Segunda República quitó la propiedad de sus bienes a la Corona española y, con la esperanza de que en este siglo XXI venga la Tercera República,-a la tercera va la vencida, según el dicho popular-, y termine para siempre con la monarquía española, la última que queda en los países del Mediterráneo y comencemos una andadura histórica,-que si no la mejor, la menos mala y elegida por el pueblo-, en la que la Jefatura del Estado recaiga no en la cuna, sino en la persona que se crea que está más capacitada y si se cree que se ha cometido un error, la quiten. Jefatura o cargo temporal y no para toda la vida.
Y la monarquía española solo quede en esto... en un pasado del que la verdadera e imparcial Historia testifique.
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