lunes, 1 de septiembre de 2014

Las Casitas del Príncipe en España





          Algunos reyes de la dinastía de los Borbones en España mandaron edificar para sus hijos, el príncipe de Asturias o los infantes, unos palacetes conocidos con el nombre de la "Casita del Príncipe.

        Estas mansiones fueron construidas con el propósito de que sus vástagos, los príncipes, tuvieran un lugar para descansar después de un largo paseo o una cacería y también para celebrar fiestas cortesanas aunque nunca para pernoctar ya que no tienen dormitorios.


          

          La Casita del Príncipe o Casita de Abajo en El Escorial fue mandada construir por el rey Carlos III para su hijo el príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV. Erigida como pabellón de recreo está rodeada por dos jardines donde el gusto palaciego de la época está presente en sus fuentes, paseos, setos... El edificio guarda en su interior una relevante decoración del siglo XVIII en buen estado de conservación. Además posee un extenso parque a su alrededor.


          La Casita del Infante o Casita de Arriba en El Escorial la edificó el rey Carlos III para su hijo el infante don Gabriel que la utilizó como lugar de descanso así como para oír música de cámara.


          Esta finca posee jardines al estilo italiano en terrazas descendentes y desde donde era posible escuchar la música del interior de la casa.


          Cerca del palacio de El Pardo se encuentra esta Casita del Príncipe mandada levantar por el príncipe don Carlos, el futuro Carlos IV, y su esposa María Luisa de Parma. Se ideó como pabellón sencillo con jardín donde pasar el día sin las formalidades de la etiqueta cortesana.


       Lo más valioso del edificio son las ricas colgaduras de seda de procedencia francesa y valenciana que decoran las paredes de las salas, así como el mobiliario y los relojes.

          Y con esta Casita del Príncipe ya son dos las "casitas principescas", palabra adecuada pues el lujo en la decoración no desmerece del adjetivo, destinadas al futuro rey Carlos IV cuyo reinado, contemplado siglos después, nos hace sonrojar de rabia y de vergüenza.


          Cuando fue rey Carlos IV fijó su residencia oficial de enero a julio de cada año en el palacio de Aranjuez y como, seguramente, echaría de menos sus "casitas" de El Escorial y El Pardo mandó construir en el Jardín del Príncipe de Aranjuez la denominada Casa del Labrador (nombre tomado de una antigua casa de labranza existente en su solar).


          En resumen la Casa del Labrador (¡nombre muy adecuado!) es un palacio lujosamente decorado con suelos de mármol o cerámica y paredes tapizadas de las mejores sedas. Construido para disfrute del rey, su familia y sus invitados, que solo lo utilizaban durante el día para celebrar comidas, fiestas... y al que se trasladaban desde el palacio real de Aranjuez navegando por el río Tajo en sus falúas reales...


          Y siguiendo esta tradición borbónica de edificar "casitas", en el año 2002 se inauguró la construida para el, entonces, príncipe de Asturias Felipe de Borbón. A esta "casita" se la bautizó con el nombre de Pabellón del Príncipe porque el Patrimonio Nacional,-que fue el organismo que la pagó,es decir los españoles-, no consideró oportuno que en el siglo XXI se la denominara la Casita del Príncipe.

          La mansión tiene 1.771 metros cuadrados útiles; está situada a menos de 1 Km del palacio de la Zarzuela y costó su construcción 4.237.135 euros.

        
            En 1931 proclamada la Segunda República en España todos los palacios, jardines, parques...que eran propiedad exclusiva de la Corona española fueron incautados. En la actualidad todo este gran patrimonio es propiedad del Estado, pero está a disposición del rey y su familia para su uso como residencia o para actos y ceremonias oficiales.

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