Iré a la estación y tomaré el primer tren que salga, no me importa adonde vaya con tal que sea lejos de aquí. De este infierno que me está matando día a día. De esta prisión que me encadena, que me roba la vida y anula mi libertad...
Quiero hacer y decidir lo que quiero ser. ¡Quiero ser libre...y feliz! ¿Es eso malo?
La mujer terminó de hablar consigo misma, abrió la puerta de la casa y atravesando la habitación, en la que estaban los demás, se dirigió a la cocina y comenzó a preparar la cena.
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