Estos pájaros pueden abandonar esa situación real cuando quieran. Tienen alas.
Nosotros, los humanos, estamos en una posición parecida: haciendo equilibrios para no caer y, subiendo por la cuerda floja que nos han tendido para aniquilarnos los del Club Bildeberg y los Rothschild, Morgan, Rockefeller y las otras pocas familias que gobiernan el mundo.
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