Mientras conducía pensaba en lo aburrido de su vida. Todo su presente y pasado no eran más que una sucesión anodina y repetitiva de los mismos hechos y vivencias. Cada día transcurrido era una fotocopia del anterior...
Entonces decidió poner un toque de originalidad e innovación y, al atravesar el puente, pisó a fondo el acelerador que al lanzar el coche contra su valla voló con ruedas, precipitándose al caudaloso río, y poniendo fin con esta proeza de película a su monótona existencia.
Su nombre y su vehículo, con él dentro, salieron en los periódicos. Radio y televisión le dedicaron palabras e imágenes y fue protagonista, por un día, de los sucesos. Aunque de nada le reconfortó ya que no pudo escucharlo ni verlo.
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